La mítica lámpara de banquero, que seguro has visto en alguna ocasión, es un diseño americano de finales del siglo XIX que se ha mantenido vigente hasta nuestros días.
Se caracteriza por una sólida base de bronce y una pantalla horizontal redondeada de cristal verde.
Tal y como su nombre indica, esta lámpara de escritorio fue concebida inicialmente para los contables o «banqueros», que en aquella época dedicaban largas horas a trabajar con documentos numéricos.
Ten en cuenta que en aquellos tiempos no existía una buena iluminación general, y la lámpara de banquero proporcionaba una fuente de luz directa al escritorio, mejorando así la visibilidad y facilitando la tarea de los sufridos administrativos.
La lámpara Emeralite
La popularidad de la lámpara de banquero dio un paso de gigante cuando en 1909 Harrison D McFaddin obtuvo la aprobación de su patente para un “nuevo, original y ornamental diseño para pantallas de lámparas” y empezó a fabricar la lámpara Emeralite.
Aunque el ensamblaje se realizaba en la fábrica de H.G. McFaddin & Co en Nueva York, el cristal se fabricaba en exclusiva en una empresa en la antigua Checoslovaquia, empleando un cristal opal blanco en su interior y un tinte exterior de color verde.
La pantalla, sin duda, era el elemento más innovador de la Emeralite.
La lámpara se vendía bajo el lema “Gentil para tus ojos” y se publicitaba haciendo hincapié en la calidad de su luz y los consecuentes beneficios para la vista del lector, de ahí que su uso se extendiera a lámpara de piano, de mesilla de noche, etc.
La Emeralite fue extremadamente popular en la época, y continuó fabricándose durante los siguientes 50 años, incluso después de que Mc Faddin se jubilara y la empresa la comprara un empleado, Charles Inness Brown.
Sin embargo, a la muerte de Brown en 1960, la compañía entró en graves pérdidas y quebró poco después.
Hoy en día la Emeralite es una pieza de coleccionista, aunque el diseño de la lámpara de banquero puede encontrarse en múltiples adaptaciones de muy diferentes precios y calidades.
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