En 1949 se celebró una exposición un tanto especial en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York. Esta incluía una casa proyectada y decorada por el prestigioso arquitecto hungarés del movimiento Bauhaus Marcel Breuer, conocido también por el diseño de la famosa silla B3 o «Wassily» (ya que Breuer fabricó un duplicado del diseño final para el pintor Wassily Kandinsky). El objetivo era crear un modelo de vivienda para la clase media moderna, y el evento atrajo una enorme atención de público y prensa.
Sin embargo, había un detalle que no pasó inadvertido: la casa no incluía ni una sola lámpara. Breuer afirmaba que no encontraba ninguna lámpara moderna bien diseñada, y optó por iluminar la casa únicamente con luces funcionales, que formaban parte de la estructura.
En este punto entró en escena Heifetz, propietario de New York’s Heifetz Manufacturing Company, una empresa dedicada a la fabricación de lámparas. Heifetz era de la opinión que la iluminación integrada era “plana y estática” y que nada podía reemplazar la calidez y atractivo de un buen diseño de lámpara. Heifetz asumió como un reto las palabras de Breuer, hasta el punto que en 1950 organizó junto con el MOMA un concurso nacional de diseño de lámparas. Heifetz quería probar que era posible fabricar una lámpara funcional y al mismo tiempo decorativa, y el concurso ofrecía una oportunidad perfecta para cambiar las percepción que Breuer y otros puristas tenían de la iluminación doméstica.
La respuesta fue abrumadora: se presentaron casi 3.000 diseños de más de 600 competidores de todas las partes de EEUU. Uno de los modelos premiados, y el único que el MOMA conserva en su colección permanente, fue el diseño de Gilbert Watrous: una original lámpara de pie con base en forma de trípode y una esfera de acero magnetizado que permitía colocarla en múltiples posiciones.
Parte del premio fue que Heifetz asumió la fabricación de los diez diseños finalistas. Incluso Breuer, quien formaba parte del jurado y que quedó muy satisfecho con los resultados, realizó varios pedidos para sus clientes. Las lámparas ganadoras fueron incluidas en la exposición de lámparas del MOMA en 1951 y se vendieron en tiendas emblemáticas como los grandes almacenes Macy’s de Nueva York.
Al final, Heifetz había cumplido su objetivo: las lámparas modernas habían ganado prestigio.